Se trata del primer estudio que realiza un meta-análisis dosis-respuesta de las asociaciones entre la actividad física y la depresión. Se comprueba que los adultos que cumplían con las recomendaciones de actividad física (equivalente a 2,5 h/semana de caminata rápida) tenían un menor riesgo de depresión, en comparación con los adultos que no referían actividad física.
En este estudio, «dosis» relativamente pequeñas de actividad física se asociaron con riesgos sustancialmente menores de depresión. Se incluyeron quince estudios con 191.130 participantes y 2.110.588 años-persona.
Según una estimación, si los adultos menos activos hubieran alcanzado las recomendaciones actuales de actividad física, se podría haber evitado el 11,5 % de los casos de depresión.
Se observa una asociación curvilínea inversa con las mayores diferencias de riesgo observadas entre dosis bajas de actividad física, es decir, que la mayoría de los beneficios se obtienen cuando se pasa de no realizar ninguna actividad a realizar al menos alguna.
Se aprecia que acumular un volumen de actividad equivalente a 2,5 horas de caminata rápida a la semana se asoció con un 25% menos de riesgo de depresión, y con la mitad de esa dosis, el riesgo fue un 18% menor en comparación con la ausencia de actividad. Sólo se observaron pequeños beneficios adicionales con niveles de actividad más altos.
¿Por qué se obtienen estos interesantes resultados? Evidentemente no sólo hay un mecanismo de acción.
- Hay respuestas neuroendocrinas e inflamatorias agudas a la actividad, como la activación del sistema endocannabinoide, lo que se conoce popularmente como el «subidón del corredor» y adaptaciones a más largo plazo, como los cambios en la estructura neuronal del cerebro.
- Cambios psicosociales y conductuales, con una importante mejora de la autopercepción física y la imagen corporal, con incremento de las interacciones sociales
- El rol del entorno como posible moderador de la asociación entre la actividad física y la depresión, es decir, el empleo de «espacios verdes» se asocia con un menor riesgo de depresión, mientras que la contaminación acústica podría disminuir los beneficios de la actividad para la salud mental.
Así pues, podemos concluir que el ejercicio es una excelente herramienta, una adecuada medicina para combatir la depresión. Cuando tengas indicios que empiezas a tener síntomas depresivos, ponte en «modo-activo», porque incluso con niveles bajos de actividad física, se pueden obtener beneficios sustanciales para la salud mental. 1 de cada 9 casos de depresión podría haberse evitado si todas las personas de la población fueran activas al nivel de las recomendaciones sanitarias actuales.
REFERENCIA
Association Between Physical Activity and Risk of Depression: A Systematic Review and Meta-analysis.
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